Piensa por un momento que recorres un centro comercial y un artículo novedoso ha llamado tu atención. Es un artículo pequeño, de esos que no sabes bien qué es, pero se ve llamativo, por lo que entras a la tienda y lo primero que haces es preguntar cuánto vale. Cuando esto sucede, y aunque en realidad no lo estés pensando, ya has creado para ti una expectativa de cuánto podría costar y de cuánto estarías dispuesto a pagar por aquello.Si resulta que el precio excede tus expectativas, probablemente ni siquiera te interese saber qué era y abandones la idea de comprarlo, pero si por el contrario está muy por debajo de lo que ya habías pensado pagar, probablemente lo compres a ciegas sin preguntar tampoco.